Título: Avatar: El camino del agua (Avatar: The way of water)
Director: James Cameron
Año: 2022
Duración: 182 minutos
Elenco: Sam Worthington, Zoe Saldana, Sigourney Weaver, Jamie Faletters, Britain Dalton, Trinity Jo-Li Bliss, Jack Champion, Bailey Bass, Filip Geljo, Duane Evans Jr., Kate Winslet, Cliff Curtis, CCH Pounder, Joel David Moore, Stephen Lang.
Cuando la vida de Jake y su familia se ve amenazada por un grupo de nuevos invasores en Pandora, Jake decide buscar refugio entre la tribu marítima, los na’vi, con la esperanza de un nuevo inicio.
La película comienza con una gran cantidad de acción y efectos visuales que superan en cierta medida a aquellos que vistos en Avatar en el 2009. Después de unos cuantos minutos de peleas y explosiones, que le da al inicio de esta película mucha adrenalina y emoción, viene un bajón en el ritmo de la historia, pues el desarrollo de la trama es lento, especialmente por la cantidad de escenas contemplativas, siendo esto el principal problema de la película. Por supuesto, este tipo de escenas es lo que hace que la película resulte ser una maravilla visual, pues es innegable el uso de la tecnología para crear escenarios mágicos y realizar algunas mejoras en cuanto al diseño de ciertos personajes. Esta magia visual va muy de la mano de la música, compuesta por Simon Franglen, la cual logra transmitir todas las emociones relacionadas a lo que se está viendo en pantalla.
La unión de lo visual con lo auditivo termina haciendo que Avatar: el camino del agua sea toda una experiencia, aunque, tiene algunos detallitos que no permiten que sea tan buena como Avatar:
La historia en sí no es muy diferente a la de su predecesora, teniendo como punto central los conflictos que pueden existir entre conquistados y conquistadores, así mismo hay un cierto reciclaje entre los personajes pues los villanos no tienen nada de diferente a los de la primera película, aunque sus razones para sembrar el caos en Pandora sean un poquito diferentes. Sin embargo, la trama incluye algunos temas que pueden resultar de interés, como el rol de los padres en la crianza de los hijos, los sacrificios personales por el bien de una comunidad, el sentido de pertenencia, el encuentro y choque entre culturas, etc.
Desafortunadamente, estos temas, tanto los viejos como los nuevos, son desarrollados de una manera un poco apresurada, o bien, se mantienen en un punto neutral la mayoría del tiempo, haciendo que los personajes casi no crezcan en las más de tres horas que dura la película. Es así como se llega al final sintiendo que pasó mucho tiempo, pero que en realidad pasaron pocos eventos.
Los puntos anteriores hacen que la película se sienta en toda su duración, y que aun cuando se llega al punto culmen de la trama, uno como espectador está buscando que la película termine o que pase algo más allá de lo evidente, lo cual nos lleva a mencionar el siguiente problema de esta historia: el abuso de ciertas situaciones que se repiten una y otra vez en diferentes escenas. Esto aplica especialmente con ciertos personajes que parecen existir por una única razón dentro de la trama, haciendo que su papel se vea reducido a una función sumamente plana, la cual, supuestamente, consiste en crear más tensión a partir de su extravío, de su detención, o de su incapacidad para enfrentarse a determinados problemas. Lo único que se logra con esto es caer en una espiral repetitiva donde se pierde la sorpresa y se genera frustración en el público.
Finalmente, está el hecho de que, a diferencia de Avatar, esta película está hecha con toda la intención de enganchar a la audiencia a la siguiente entrega, pues deja muchas dudas sobre la mesa respecto a algunos personajes y situaciones, lo cual resulta ser un poco molesto pues se tuvo el tiempo suficiente como para resolver esas dudas, ya sea para dar paso a otras problemáticas, o para darle un mejor cierre a la trama. A esto se le agrega que el final mismo deja la puerta abierta a una continuación.
Es así como Avatar: el camino del agua cumple con todas las expectativas a un nivel técnico, pero a un nivel más profundo deja bastante que desear.
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